Me llamaron hace unos años para una consultoría en una inmobiliaria que había sido muy exitosa y que sin razones evidentes estaba yéndose a la quiebra. Los dueños estaban sumamente preocupados porque en un corto tiempo veían desmoronarse su patrimonio sin saber qué hacer.
En la visita de diagnóstico, lo primero que observé fue el entorno e inmediatamente captó mi atención un cuadro que estaba detrás del sillón donde se sentaba el del dueño fundador de esta prestigiosa inmobiliaria. Era un cuadro de unas casas antiguas, de madera asentadas en un río y cayéndose de viejas; un cuadro nada agradable a mi visión pero era autoría de un prestigioso artista y costaba muchísimo dinero. Pregunté desde cuándo habían adquirido aquella obra y coincidentemente era el año que habían comenzado a ver el declive de su negocio.
Luego pedí otros datos como fechas de nacimiento de las personas que toman decisiones importantes, de inauguración de la oficina, etc.; validé con radiestesia que las líneas naturales de la tierra (Hartmann y Curry) no estuvieran creando interferencia. Con toda esta información ya podía trabajar en el estudio de caso, entre los aspectos más relevantes pude darme cuenta que una estrella destructiva caía ese año en la puerta principal y en la oficina del dueño generando este problema. Adicional a esto, el cuadro al ser colocado en el respaldar del gerente estaba graficando el hundimiento de esta empresa.
Sacando este cuadro de la inmobiliaria y corrigiendo las estrellas, en el lapso de menos de un año pudieron recuperar el éxito que siempre habían tenido.
La enseñanza sobre esto quedó les quedó muy clara: nunca volverían a colocar imágenes en su inmobiliaria que evocarán lo contrario a lo que ellos como empresa buscan, además de estar pendientes cada año de los ciclos del tiempo y sus estrellas volantes para así sacar el máximo partido para su empresa o minimizar cualquier amenaza.